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El Jardín se encuentra totalmente rodeado por un muro de
cerramiento, típico de los antiguos huertos valencianos, que se
ha mantenido a lo largo de su historia, como recuerdo de sus
orígenes: el huerto de Tramoyeres.
Aprovechando la estructura creada en el muro durante la
restauración de 1990, y para romper su monotonía, en la parte
interior se dispuso una colección de plantas especialmente
adaptadas a la búsqueda de la luz: las lianas, enredaderas o
bejucos.
Las plantas trepadoras o lianas son un ejemplo de las
adaptaciones de los vegetales en su búsqueda de la luz y el
espacio. Son plantas que sin apenas gasto de energía, sin
desarrollar grandes troncos que las eleven hacia la luz, pueden
situar en poco tiempo, sus hojas por encima de la sombra del
bosque, trepando sobre otros vegetales, muros o rocas.
Las plantas trepadoras tienen un rápido crecimiento en longitud,
que apenas va acompañado del engrosamiento de la planta, son
incapaces de mantenerse erguidas por sí mismas y necesitan
órganos de fijación para poder crecer sobre el soporte sin caer
al suelo. Los mecanismos utilizados para trepar son muy diversos
y constituyen otro interesante ejemplo de convergencia
adaptativa, ya que especies procedentes de grupos taxonómicos
muy distintos han desarrollado estructuras semejantes.
A lo largo del muro pueden verse distintas estrategias de
fijación. Las raíces caulógenas, son raicillas que aparecen en
la parte aérea del tallo y entran los las fisuras de las rocas o
de la corteza de los árboles, son características de las hiedras
(Hedera helix) y los ficus (Ficus repens). Las
espinas son estructuras rígidas y agudas que se enganchan en la
superficie del soporte, son conocidas las de los rosales
trepadores (Rosa sempervirens) y la buganvilla (Bougainvillea
spectabilis). Pero los órganos especializados más
característicos de las lianas son los zarcillos, generalmente
derivados de las hojas o las estípulas, que se pueden ver en
muchas de las plantas cultivadas. Las vides (Vitis vinifera),
pasifloras (Passiflora edulis) tienen zarcillos
filiformes que, en contacto con el soporte, se rizan y fijan la
planta, mientras que la parra virgen (Parthenocissus
tricuspidata) o la garra de gato (Macfadyena unguis-cati)
tienen zarcillos digitados que se adhieren o clavan en el
soporte. Por último algunas plantas no desarrollan órganos
especiales, pero modifican su forma de crecimiento y tienen
tallos volubles, que rodean al árbol a medida que crecen. Las
madreselvas (Lonicera implexa, Lonicera japónica) y las
glicinias (Wisteria sinensis) tienen tallos de este tipo.
Tomado de la
página web del Jardín Botánico
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